LAS REDES ELÉCTRICAS Y LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA EN ESPAÑA
Invertir en redes eléctricas, la gran piedra angular en la transición energética en España
En un contexto donde el uso de energías renovables gana cada vez más protagonismo, es necesario apostar por la inversión en el desarrollo de las redes eléctricas. Estas instalaciones permiten trasladar la energía producida desde las plantas renovables y los aerogeneradores hasta los puntos de consumo de manera eficiente y segura. Además de tener un papel clave en la distribución de la energía limpia, son el pilar fundamental para asegurar la descarbonización de los consumos energéticos y así lograr la transición energética en España, a la vez que se aprovecha la oportunidad industrial que esta supone.
Redes eléctricas impulsadas por i-DE, la distribuidora de Iberdrola España.
Si bien durante los últimos años el foco de la transición energética se ha puesto en el desarrollo de instalaciones productoras de energía renovable, es esencial hacer hincapié en las redes eléctricas, imprescindibles para conectar la generación de energía renovable con la creciente demanda de electrificación.
Las redes eléctricas, el corazón del sistema energético
Las redes de distribución juegan un papel fundamental al facilitar las tendencias transformadoras en la economía (como la movilidad eléctrica, las bombas de calor, el autoconsumo y las ciudades inteligentes), así como para conectar la industria atraída por los precios competitivos de las renovables. En este contexto, resulta, por un lado, crucial digitalizar la red a todos los niveles de tensión para lograr su completa automatización. Esto posibilitará el seguimiento en tiempo real de cada segmento y elemento de la infraestructura, mejorando de esta manera la eficiencia y la garantía del suministro. Y, por otro lado, resulta necesario habilitar las inversiones necesarias para poder conectar estos nuevos consumos mediante una planificación más flexible que contemple incluso inversiones anticipadas, en línea con lo que propone Europa.
En el Grupo Iberdrola, del cual Iberdrola España forma parte, reconocemos el potencial de las redes eléctricas para impulsar la transición energética del país. Así, globalmente poseemos diversos sistemas de distribución eléctrica, que abarcan más de 1,3 millones de kilómetros de redes eléctricas y superan las 4.500 subestaciones, sirviendo a casi 35 millones de personas. En España, i-DE, la distribuidora de Iberdrola España, se encarga de gestionar y mantener más de 270.000 kilómetros de líneas eléctricas de distribución en diez comunidades autónomas y 25 provincias en el país, dando servicio a más de 11 millones de clientes.
La energía renovable, más económica
La descarbonización del 50-60% del calor industrial no solo supone un incremento considerable de la demanda de electricidad, sino que también tiene importantes implicaciones económicas. Al avanzar hacia un mix energético más limpio, la energía se vuelve más asequible y se evita el coste asociado a las emisiones de CO2.
Además, esta transición energética no es meramente de una decisión ambiental o económica. Se trata también de una decisión estratégica, ya que reduce la dependencia de los combustibles fósiles y minimiza la vulnerabilidad a la volatilidad de sus precios. Por tanto, para hacer frente al aumento en la demanda eléctrica, es necesario contar con redes sólidas, fiables y digitalizadas.
Las redes eléctricas y la agenda 2030
Con la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, los países de la Unión Europea se han comprometido a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55% de cara a 2030, y en ser climáticamente neutros en 2050. Para lograrlo, las redes eléctricas se erigen como piezas clave en el puzle energético europeo.
Sin embargo, y a pesar de la voluntad de alcanzar un modelo económico basado en las energías renovables, se requiere mayor inversión para impulsar su construcción. Mientras que la inversión en energías renovables ha crecido rápidamente, la inversión mundial en redes apenas alcanza los 300 mil millones de dólares. Un dato que, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), debería rondar los 600 mil millones de dólares anuales de cara al 2030 para poder hacer alcanzar el escenario de las cero emisiones netas en 2050.
De esta manera, la demora en el desarrollo de las redes eléctricas puede convertirse en una rémora para la transición energética y un freno a la expansión de las energías renovable, y la pérdida de una oportunidad industrial relevante.
Hacia un futuro verde, el rol crítico de las redes eléctricas
Durante más de un siglo, las redes eléctricas han sido fundamentales en el suministro de energía a hogares, fábricas, oficinas y hospitales. Su relevancia sigue creciendo con la rápida adopción de tecnologías limpias como coches eléctricos y bombas de calor, expandiendo la electricidad a áreas hasta ahora dependientes de combustibles fósiles.
Varios estudios europeos, como Electricity Grids and Secure Energy Transitions, de la Agencia Internacional de Energía (IEA), o Las redes de electricidad del futuro, de Eurelectric, promueven la construcción de las redes eléctricas. A la petición de implementar e invertir en estas tecnologías se suman algunas voces destacadas de la política europea. Kadri Simson, comisaria europea de Energía, afirma con rotundidad en un artículo del Financial Times: “No es posible un futuro verde en Europa sin una red eléctrica mejorada”.
La política europea hace hincapié en que los planes de fomento de renovables se hacen inviables por falta de acceso y conexión rápida a la red. Además, afirma que Europa necesita invertir casi 600 mil millones de euros en sus redes eléctricas de cara a 2030. La comisaria europea de Energía alienta a centrar el debate energético en las redes eléctricas y asegura: “La mejora de la red eléctrica conectará a Europa hacia un futuro sostenible”. Fruto de ello la Comisión Europea tomó la iniciativa de presentar su plan de acción de redes eléctricas el pasado 28 de noviembre de 2023.
La regulación de las redes de distribución, un punto clave en su desarrollo
El mecanismo regulatorio actual de reconocimiento y retribución de inversiones en redes eléctricas en España, introduce riesgos e incertidumbres para las empresas de redes. Estos riesgos, junto a una remuneración insuficiente del capital invertido, no solo retrasan la consecución de los objetivos de descarbonización, sino que también se extienden a la cadena de suministro y tienen un impacto negativo directo en la economía del país. En consecuencia, es crucial implantar reformas en el sistema de retribución de la actividad para fomentar e incentivar la inversión de cara al siguiente periodo regulatorio (2026-2030),
Así, es urgente acometer la reforma de la regulación para promover la inversión en distribución y facilitar el desarrollo de la red para atender a las necesidades de conexión de la nueva demanda eléctrica. En definitiva, se requiere un despliegue intenso y anticipado y, p
Las ventajas de las redes eléctricas para la sociedad española
Las redes eléctricas desempeñan un papel crucial en el desarrollo y bienestar de la sociedad española, ofreciendo una serie de ventajas que impactan positivamente en diversos aspectos de la vida cotidiana.
A continuación, destacamos algunos de los principales beneficios:
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Sostenibilidad ambiental: En la actualidad, el 75% de la energía consumida es contaminante. Para lograr unatransición hacia fuentes de energía más sostenibles, como las renovables, se necesitan redes de distribución de electricidad, que han de desplegarse con máxima antelación posible para que estén disponibles cuando los clientes soliciten su conexión.
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Eficiencia energética: La generación con energías renovables es la forma más eficiente de producir electricidad puesto que no hay desperdicio ni pérdidas de calor en los procesos de conversión energética. Además, las redes de distribución inteligentes son una manera muy eficiente de llevar la energía hasta el consumidor final. La facilidad y comodidad en el uso de la electricidad permite optimizar el consumo y fomenta prácticas de eficiencia energética. Todo ello asegura la consecución de un sistema energético sostenible a largo plazo.
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Más económico: A medida que la composición del suministro energético se descarboniza y se electrifica, el coste de la energía disminuye y los usos energéticos se vuelven más asequibles gracias a que las energías renovables son cada vez más baratas y las conversiones energéticas para movilidad y calor son mucho más eficientes.
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