Un colegio diverso que mejora su entorno
El colegio Giner de los Ríos no es una escuela cualquiera. “Nuestro proyecto educativo gira en torno no solo a enseñar, no solo a que nuestros alumnos estén cuidados, estén atendidos y tengan un buen nivel educativo, sino que pretendemos que el centro tenga impacto en el entorno”, defiende Elvira. En sus aulas estudian niños y niñas con diferentes capacidades, nacionalidades, identidades de género, religiones y otros muchos rasgos: “Tenemos la suerte de tener un alumnado muy diverso”.
Para este colegio, la inclusión es una prioridad, así que trabajan de la mano de asociaciones de personas con síndrome de Down, Alzheimer, trastornos del espectro autista y otros colectivos que les ayudan a atender esa diversidad y a mostrársela al alumnado. “La vida es diversa, las personas son diversas y creemos que el cole tiene que ser un reflejo de la sociedad”, valora Elvira.
“La vida es diversa, las personas son diversas y creemos que el cole tiene que ser un reflejo de la sociedad”
Elvira Bravo Presidenta de la cooperativa del colegio Giner de los Ríos
Con el fin de reforzar ese impacto positivo en el entorno, el centro participa en varios proyectos en los que se alía con otros colegios para trabajar determinadas temáticas. En estos momentos está integrado en cuatro redes de centros: una sobre inteligencia emocional, otra sobre cooperación, otra de escuelas emprendedoras y una más sobre salud mental. Cada docente participa en alguna de ellas, lo que implica trabajar con asociaciones y entidades que acuden a sus aulas para diferentes actividades. “Nuestro centro es muy abierto, entran muchas personas a aportar desde otras ópticas”, explica Elvira.
Energía limpia desde la azotea
Dentro de ese impacto positivo en el entorno, el Giner de los Ríos da especial importancia al cuidado del medio ambiente. Tiene proyectos relacionados con el reciclaje o con la reutilización de plásticos y de material tecnológico obsoleto, pero están especialmente orgullosos de los 241 paneles solares que cubren la azotea del edificio. La idea surgió del propio alumnado hace ya muchos años. En cuarto de la ESO, los y las estudiantes deben hacer un proyecto de investigación en el que tratan de resolver algún problema de su entorno. Tres de ellos plantearon en 2009 aprovechar la cubierta del centro, que estaba infrautilizada, para colocar placas solares.
Uno de los autores de esa investigación, por entonces alumno de Secundaria y hoy profesor de matemáticas en otro centro, lo explica 15 años después. “Teníamos que hacer un trabajo en grupo en el que analizar varias cosas y lo que se nos ocurrió a nosotros, porque en aquel momento estaban empezando las placas solares, era calcular si sería rentable ponerlas en un instituto”, cuenta Pedro Daniel Pajares Galeano. Recuerda que implicó mucho trabajo: “Tuvimos que hacer medidas, analizar facturas, incluso recrear con un ordenador toda la estructura del colegio. Al final hicimos un proyecto que quedó bastante sólido. Aprendimos mucho”.
La idea de poner paneles solares en la azotea surgió de tres alumnos de 4º de la ESO que lo propusieron en un proyecto de investigación: “Aprendimos mucho”
Pedro Daniel Pajares, antiguo alumno de secundaria
Lo que inicialmente fue solo un trabajo de clase quedó como idea que, aunque en su momento no se llevó a la realidad porque por entonces estas tecnologías aún eran caras y difíciles de aplicar en un entorno así, nunca se abandonó del todo. El centro preguntó en varias ocasiones si sería posible llevarla a la práctica, hasta que Iberdrola España les propuso hacerlo instalando la primera comunidad solar de Extremadura, de la que se beneficiaría no solo el colegio, sino también el vecindario. “Nos pareció que encajaba perfectamente en nuestro centro, que es una cooperativa y tenemos esa vocación de facilitar más allá de la educación a nuestro entorno. Nos pusimos manos a la obra y fue muy sencillo, en poco tiempo estaba funcionando”, valora Elvira.
Desde que arrancó en 2022, buena parte de la electricidad que consume el edificio se genera de manera limpia en su propia azotea. Esto reduce considerablemente la factura de la luz, algo relevante en un centro que está abierto de las 7:30 de la mañana a las 10 de la noche, tiene mucha actividad y, por tanto, una demanda energética elevada. Pero, además de eso, contribuye a evitar emisiones contaminantes, algo importante para este colegio en el que la conciencia ecológica es una prioridad.
Paneles solares que impulsan la educación
Para Elvira, la comunidad solar cumple varias funciones educativas. Por un lado, les permite “enseñar con el ejemplo”.
“Hay una preocupación por el medio ambiente que intentamos transmitir, pero nosotros también hacemos cosas como centro para mejorarlo, para reducir la huella de carbono o para participar en esa transición energética que es necesaria”
Por otro lado, les ayuda a impartir contenidos pedagógicos sobre la energía, adaptados a cada nivel educativo, a partir de la curiosidad por lo que tienen en su propia azotea, puesto que no es lo mismo “imaginar cómo son unos paneles solares que pasear entre ellos y ver la propia instalación”, explica Elvira. Incluso los niños y niñas de menor edad tienen tan interiorizado que la luz del edificio viene de los paneles de su tejado que, cuando saltan los plomos, preguntan: “¿Se ha apagado alguna placa?”.
0 1 , 0 1 2 kWh de media produce una placa solar en un día.
Además, la comunidad solar les ayuda a concienciar a su alumnado. Lo demuestra Nadia Holguín, alumna de sexto de Primaria que, a sus 12 años, tiene una clara conciencia ecológica: “El medio ambiente me parece importante porque somos nosotros, sin querer, los que lo estamos fastidiando. Por ejemplo, en 2030, puede haber más plásticos que peces en el mar. Hay que parar la contaminación e intentar hacer todo lo que podamos”. Por eso le gusta tener energía renovable en su propio colegio:
“El poder decir ‘yo tengo paneles solares’ me produce alegría porque estoy contribuyendo a poder mejorar el mundo”
“Hay que parar la contaminación e intentar hacer todo lo que podamos. El poder decir ‘yo tengo paneles solares’ me produce alegría porque estoy contribuyendo a poder mejorar el mundo”
Nadia Holguín, Alumna del colegio
Lo mismo ocurre en Secundaria. Bosco Chacón, alumno de 16 años en el Giner de los Ríos, comparte con Nadia la necesidad de actuar: “Si nosotros no cuidamos el medio ambiente, si no aportamos nuestro granito de arena para que cambie esta contaminación a nivel mundial, si no limpiamos nuestros océanos, nos vamos a acabar autodestruyendo, pero si todo el mundo aporta su grano de arena tendremos una montaña de solidaridad que ayudará a limpiar el ecosistema y evitar esa autodestrucción”. En su caso, la instalación en la azotea fue determinante para elegir estudiar aquí:
“Lo primero por lo que quise entrar en este centro es por las placas solares. Me llamó mucho la atención la comunidad solar y que produjesen su propia energía y me pareció muy renovador”.
Un ahorro para las familias del barrio
La electricidad que se genera en el tejado del Giner de los Ríos no solo alimenta al colegio, sino que también se distribuye a familias y negocios del barrio, en una comunidad solar de la que se benefician 155 vecinos. “En cuanto se supo que se estaba generando el proyecto, hubo curiosidad y gente que llamaba preguntando”, recuerda Elvira. Añade que “las familias que han podido entrar en la comunidad están contentas” y que, a veces, al encontrarse con vecinos por la calle, le comentan si ese mes han notado en mayor o menor medida el ahorro en la factura eléctrica.
155 vecinos reciben energía de los paneles del Giner de los Ríos, lo que reduce su factura de la luz: “Las familias que han podido entrar en la comunidad están contentas”
Elvira Bravo Presidenta de la cooperativa del colegio Giner de los Ríos
Confirma la buena acogida de la comunidad solar Javier Varillas, maestro del colegio y vecino del barrio. Su hogar es uno de los que consumen la energía producida en el centro. “Hay una reducción en la factura de la luz, entonces el vecindario tiene que estar contento. Todo lo que sea ahorrar un poquillo es mejor para todos”, defiende. También cree que a las familias que llevan a sus hijos e hijas al Giner de los Ríos les “aporta muchísimo más” un colegio que “se preocupa por el medio ambiente”.
Además de los hogares, también hay negocios locales que participan en la comunidad solar. Es el caso de la peluquería Underground. Su responsable, Saúl Roncero, cuenta que conocieron la iniciativa por una profesora del centro, que es clienta y amiga. “Nos interesó bastante y nos quisimos meter en el círculo de la energía solar”, explica. Apunta que notan “una media de entre 20 y 25 euros” de ahorro en la factura eléctrica cada mes y que las familias con las que ha hablado del tema “están muy contentas”.
El Giner de los Ríos ha sido pionero al desarrollar esta iniciativa, pero muchos otros colegios han seguido su camino. “Muchas veces nos cuentan las cosas y sobre el papel no llegas a saber hasta qué punto puede estar bien o no, pero ver un ejemplo de una comunidad que está funcionando, donde todo el mundo está bien, la gente está contenta y no ha habido ningún contratiempo, a la gente le motiva para hacer lo mismo”, explica Elvira. Además de estar al frente de este centro, dirige una federación de colegios de Extremadura, lo que le ha ayudado a animar a algunos de ellos a replicar el proyecto.
Y es que Elvira no es una persona que se limite a dar sus horas de clase e irse a casa.
“Es muy difícil tomarse la educación como un trabajo al uso. Implica muchas vueltas a la cabeza y noches sin dormir por cómo irán tus alumnos”
Pero, además, el Giner de los Ríos es un centro en el que hay actividades a todas horas para toda la comunidad educativa y ella misma participa como una más. “Es un centro muy vivo y, para las personas que trabajamos aquí, se lleva un pedacito de nuestra vida. En mi caso, estoy en un grupo de teatro, en uno de bailes latinos y en otro de bailes de salón”, cuenta la profesora, así que cuando termina de trabajar sigue “en el cole pero disfrutando de otra manera”.
“Es una comunidad en la que vives no solo la parte laboral, sino también la de ocio, y eso es algo muy significativo en nuestro centro”, reflexiona Elvira. Para alguien con un vínculo tan estrecho con su lugar de trabajo, los logros del Giner de los Ríos son más que una satisfacción laboral:
"Todas las cosas buenas que puedan suceder en el colegio las vivo de una manera muy intensa. Y cuando hay decisiones, como esta de la comunidad solar, que redundan en algo positivo, además de disfrutarlo como usuaria, tienes esa pequeña satisfacción personal de haber contribuido con una idea, un proyecto o una visión a mejorar algo que es tan importante para mí como este colegio, que es parte de mi vida"