Menos agua de riego para producir la misma uva
Con esa inquietud por la investigación participa Miguel en WineSolar, un proyecto que estudia cómo la generación de energía renovable puede ayudar a la actividad agraria. Para ello, se han instalado en un viñedo paneles solares que, a la vez que producen electricidad, dan sombra a las viñas cuando lo necesitan para protegerse de las altas temperaturas.
“Nos encontramos en Toledo, una zona con calor extremo y muy seca en verano. Venimos observando que, debido a este estrés térmico, las plantas se bloquean en verano, dejan de realizar la fotosíntesis y esto es perjudicial para la maduración de la uva, el propio crecimiento de las plantas y su fisiología”, expone Miguel. “Como pasa con las personas, cuando tengo calor y estoy en el campo, ¿qué hago? Ponerme debajo de un árbol que me dé sombra. Pues aquí vamos a poner a las plantas debajo de unos paneles que les den sombra”, ilustra.
Las plantas bajo la sombra de los paneles solares necesitan un 30 % menos de agua de riego para lograr la misma producción que las que están a la intemperie
De este modo, las condiciones de la viña mejoran y la cantidad y calidad de la uva podría aumentar. Los primeros resultados de este estudio ya revelan que las plantas bajo la sombra de los paneles solares necesitan un 30 % menos de agua de riego para lograr la misma producción que las que están a la intemperie. Además, su crecimiento es más estable: en los cultivos que no están cubiertos, hay “semanas en las que crece el grado y el tamaño de uva y semanas en las que se para, seguramente debido a golpes de calor, a estrés térmico”, cuenta Miguel, mientras que en los que están sombreados no ocurre esto: “El crecimiento es más lineal y más continuo durante toda la campaña”.
Paneles solares que se mueven lo que les pida la vid
WineSolar nació de una alianza entre cuatro empresas de sectores distintos. Viñedos del Río Tajo, del grupo González Byass, pone el viñedo y el conocimiento sobre cultivo de vid y enología. PVH aporta los dispositivos que controlan el movimiento de los paneles solares. Avvale es el socio tecnológico. E Iberdrola se encarga de la generación de energía y de financiar la iniciativa a través del programa de start-ups PERSEO.
Y es que en este proyecto cobra mucho peso la innovación tecnológica. Los paneles solares no se quedan fijos, puesto que, si las viñas estuvieran siempre tapadas, tampoco crecerían adecuadamente: la uva necesita sol para desarrollarse. En lugar de estar quietos, van girando a determinadas horas para dar más o menos sombra según lo que necesiten las plantas.
Para ello, se ha desarrollado un algoritmo que recoge en tiempo real datos de las condiciones de la vid, como su temperatura o su humedad. En función de eso, determina cuánta sombra necesita y le dice entonces al panel solar cuánto tiene que inclinarse.
El director de Energías de Avvale España, Guillermo Truán, explica en qué se diferencia esto del funcionamiento habitual de los paneles solares. “Normalmente buscamos que durante la mayor parte del tiempo estén en un ángulo en el que la incidencia del sol sea la mayor posible para obtener más energía”, señala. Y contrasta: “En este caso, se busca maximizar la energía recibida del sol, pero a la vez buscamos que el propio panel ofrezca las condiciones de sombra adecuadas en cada momento para tener la temperatura y la humedad exacta para la uva. Es decir, estamos cambiando lo lógico por conseguir mejorar la uva”.
“Me parece muy bonito que un ser vivo, como una planta, está controlando unos paneles solares. Están haciendo los paneles lo que nosotros los técnicos creemos que es mejor para las plantas”
Miguel Tejerina Gerente técnico de Viñedos del Río Tajo
Miguel también valora como algo muy positivo esa adaptación de la generación de energía a lo que necesite la vid. “A mí me parece muy bonito que un ser vivo, como una planta, está controlando unos paneles solares. Están haciendo los paneles lo que nosotros los técnicos creemos que es mejor para las plantas, entonces podemos decir que las plantas mandan a los paneles solares”, reflexiona.
La energía agrovoltaica ayuda al planeta
WineSolar es un ejemplo de energía agrovoltaica. Esto consiste en combinar el cultivo de productos agrícolas y la generación de electricidad en un mismo terreno. Una sinergia que permite aprovechar el espacio con un impacto ambiental positivo.
“Este proyecto es el paradigma de cómo se puede aplicar la tecnología para mejorar las condiciones del cambio climático. Estamos reduciendo el consumo de agua, estamos reduciendo las emisiones de CO2 y estamos obteniendo energía limpia”
Guillermo Truán, director de Energías de Avvale España
Esta iniciativa contribuye a la lucha contra la crisis climática de dos maneras a la vez. “Primero, estamos instalando una fuente de energía renovable”, apunta Miguel. “Por otro lado, las plantas necesitan menos agua de riego, hacen un uso más eficiente del agua”, continúa. Guillermo está de acuerdo: “Este proyecto es el paradigma de cómo se puede aplicar la tecnología para mejorar las condiciones del cambio climático. Estamos reduciendo el consumo de agua, estamos reduciendo las emisiones de CO2 y estamos obteniendo energía limpia”.
El proyecto se estableció en este viñedo ubicado en Guadamur, provincia de Toledo, por el tipo de viticultura a la que se dedica –el cultivo intensivo de uva para la producción de brandy– y por la alta radiación solar que recibe esta zona de España durante todo el año. En este entorno, en el que las temperaturas en verano son cada vez más extremas y hay problemas de sequía, lograr innovaciones que reducen las necesidades de riego sin que disminuya la producción es especialmente valioso. Con la sombra de los paneles solares, se intenta que unas plantas situadas en este clima tan árido se desarrollen en condiciones más parecidas a las del norte peninsular.
Medir cómo madura la uva
Para que este proyecto salga adelante hace falta recabar mucha información de las plantas constantemente. Se toman medidas manuales tanto en los viñedos cubiertos por los paneles como en uno que no lo está pero que se encuentra muy cerca de ellos, para que el resto de condiciones sean iguales. Así pueden comparar unos resultados con otros y sacar conclusiones sobre el impacto de colocar los paneles.
Miguel y su equipo toman medidas periódicas de las condiciones de la uva (temperatura, humedad, crecimiento, acidez…) para analizar las diferencias entre las que están bajo los paneles y las que no.
“Desde que brota la planta en abril hasta la vendimia –en otoño–, hemos ido haciendo mediciones periódicas del crecimiento de los sarmientos, de la velocidad de ese crecimiento, de fotosíntesis…”, detalla Miguel. A esa información se suma la que recogen automáticamente unos sensores colocados en algunas de las plantas que miden su temperatura, su humedad, su consumo de agua, el diámetro de su tronco…
Miguel no está solo en esa labor. La Universidad Politécnica de Madrid colabora con el proyecto y algunos de sus estudiantes acuden a la finca para investigar. Es el caso de Mariana Grosso, ingeniera agrónoma y alumna de un máster de Viticultura y Enología. “Cogemos muestras de uva y lo que hacemos es sacar pH, brix –la cantidad de azúcar– y parámetros generales que nos indican cómo va avanzando la maduración”, describe Mariana.
0 1 2 3 , 0 1 2 3 pH
“Cogemos entre 50 y 100 bayas, dependiendo del estado del cultivo, y se analizan en el laboratorio que está aquí mismo en las instalaciones del viñedo”
Mariana Grosso Ingeniera agrónoma y alumna de un máster de Viticultura y Enología
Mariana encuentra positivo implicarse en una iniciativa como esta. “Para mí es super importante poder participar en estos proyectos y ver desde dentro el impacto de cómo puede modificarse la maduración de la uva. Es necesario que se hagan este tipo de investigaciones porque es muy eficiente combinar un sistema de captura de carbono como es el viñedo con la generación de energía renovable”, valora.
Miguel está de acuerdo con la importancia de desarrollar proyectos como este. “La investigación aplicada en el propio viñedo, en la propia bodega, es imprescindible. No solo en el sector agrícola, sino en cualquier sector”, defiende.
No es la primera vez que este ingeniero agrónomo se dedica a investigar. Tras estudiar la carrera en Madrid y hacer un máster en enología, trabajó en un centro de investigación vitivinícola en el Priorat, en Tarragona. Ahí tuvo la oportunidad de experimentar con diferentes productos y técnicas de cultivo de la vid.
Ahora ya lleva una década a los mandos de los cultivos de Viñedos del Río Tajo. Este trabajo le facilita estar más cerca de su familia y le ha servido para participar ya en media docena de proyectos de I+D. Es lo que más le motiva:
“Disfruto mucho de la investigación. También es algo que se sale de la rutina de gerente técnico. Me permite estar leyendo temas nuevos, buscando información, bibliografía... Hace muchísimo más interesante mi trabajo y mi día a día”